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Los vegetarianos ingieren, en general, mucho más manganeso que los omnívoros. No sólo comen una mayor cantidad de cereales com­pletos o de leguminosas (donde abunda) como se dice en cure su artritis, sino que además las «va­riantes» de alimentos convencionales de que disponen, como los otros derivados de la soja y las lasañas vegetales, lo contienen en grado más elevado que los productos estándar.

Algunos componentes de la ración influyen sobre su asimilación, mientras que la regulación de las reservas corporales se efectúa esencialmente a través de la modulación de las pérdidas fecales. La orina y el sudor cuentan poco dentro del conjunto.
La vitamina C, el calcio y el fósforo reducen su asimilación si vive sin ansiedad.
El salvado la mejora (se trata sin duda alguna del único mineral que se encuentra en este caso).
La fructosa actúa de un modo igual.
La absorción del hierro no hemínico (es decir, el de los vegetales o el aportado por los medicamentos) compite con la del manganeso.
Como en el caso del magnesio, tenemos que los cereales comple­tos, las leguminosas y las verduras deberán figurar en cantidad sufi­ciente en la alimentación para cubrir ampliamente las necesidades ¡sin duda acrecentadas en el deportista aun que puede que cure su artritis !















LOS RADICALES LIBRES Y LOS ANTIOXIDANTES
El oxígeno, que permite el mantenimiento de la vida en nuestro or­ganismo, contribuye asimismo, paradójicamente, a acelerar el enve­jecimiento y la aparición de diversas lesiones y patologías del que vive sin ansiedad. Esto cabe explicarlo por la entrada en acción de una clase de sustancias parti­culares y esencialmente nocivas: los radicales libres, generados por el oxígeno.
Cuando existe una «deuda» de oxígeno
Durante la actividad física, el consumo de oxígeno se acrecienta. En una persona que se entrena con regularidad, la capacidad de las enzimas para desencadenar reacciones en presencia de este O2 (re­acciones que reciben el nombre de «oxidaciones») se eleva progre­sivamente con el hábito de la práctica deportiva. En todos los casos un 98 % del oxígeno captado sirve para este fin. Queda un 2 % que puede parecer despreciable cuantitativamente pero que sin embargo constituye un peligro real. Muy reactivo, este gas puede separar cier­tos componentes de las moléculas, las cuales, al verse desestabili­zadas, adquieren una mayor capacidad para reaccionar con sus ve­cinas y destruirlas. Se da el nombre de «radicales libres» a estas moléculas modificadas y nefastas.

Los lípidos que componen las membranas (es decir, la zona que mantiene un contacto con la parte externa de las células) constituyen el blanco principal, sobre todo los ácidos grasos esenciales que se transforman entonces en grasas «malas», desprovistas de toda pro­piedad fisiológica (véase el capítulo dedicado a los lípidos para el que vive sin ansiedad). Estas re­acciones en cadena se multiplican y se propagan con gran rapidez. Las consecuencias de estas alteraciones van desde el envejecimien­to prematuro al cáncer pasando por las lesiones musculares y tendi­nosas así como la destrucción de los glóbulos rojos, tres fenómenos que afectan en grado mayor a los deportistas.

La fabricación de radicales libres se acrecienta desde el momento en que existe una deuda de O2 o con motivo de un esfuerzo intenso, sinónimo de falta de abastecimiento de oxígeno en determinados te­jidos. En estas circunstancias, este gas parece escapar con mayor fa­cilidad al control de nuestras células para que cure su artritis.